Se hace la hora deseada
Y una vez comprada, codicia y delicia
Al pie de aquella barranca
Ese cuarto oloroso de puerta de lata
Riendo en falso, ante el curioso que mira
Y ellas esperan sentadas
Que alguien las cobije y acaricie
La mesa se va agrandando
Y los invitados juegan su juego
La charla invade el terreno
Los tragos de invierno se van consumiendo
El narigón sigue observando
El contexto de los movimientos
Y ellas esperan sentadas
Por alguien que se digne a rozarlas
Liberando un pasado infectado difícil de curar
Embriagando las almas, un débil recluta sin piedad
Barranca abajo demontre de la pubertad
La rabia rompe el silencio de la curiosidad
Y ese furioso ladrido eterno ensayarán
Y el Narigón del Barranco, los provocará
¡Ignorándolos!
¡Invitándolos!